El 14 de julio pasado se celebro una decada de la lucha de
l@s campesin@s de la productora en el Morador, Ospino Edo Portuguesa,
juntos con l@s luchadores quienes l@s apoyaron en ese entonce. De
principio se iba a dar un acto en la plaza Bolivar de Ospino pero fue
cancelado por cuestiones de salud del Alcalde, asi que se reunieron
campesin@s y luchadores de varias partes del pais en la productora,
donde tomaron palabras varios campesinos y activistas de los
acontecimientos dentro de los cuales la intervencion de
Duglas Bravo, de Tito Nuñez y de un profesor del cual no me recuerdo el
nombre fueron muy interesante. Un amigo canto una cancion de su
composicion sobre la lucha del Morador. Tuvimos que irnos temprano pero
me dijeron que despues de los discursos solo se comio y bailo, lo que
quedo claro en este acto es que la lucha sigue y hay que organizarse
entre ecologistas, luchadores y luchadoras sociales, campesin@s,
indigenas, estudiantes, de todas edades… El ultimo
numero de Ruptura fue repartido para su difusion, La Libertaria se llevo
varios que estan en la venta en la Biblioteca….no al capitalismo de
estado…
- Venezuela: Smurfit Cartón, las plantaciones de la discordia
“El grupo Smurfit Cartón de Venezuela se halla ligado a las
comunidades de cada región donde actúan sus empresas. Mediante programas
socioeducativos y culturales mantiene el acercamiento con su entorno,
para lograr la integración total con la comunidad”. (1)
Si lo de arriba pretende describir la realidad en el Estado de
Portuguesa, basta con conversar cinco minutos con los habitantes de las
comunidades aledañas a las plantaciones de Smurfit para afirmar que es
falso; en caso de tratarse de una declaración de intenciones, sólo se
puede concluir que hasta ahora ha sido un fracaso estrepitoso.
Un pasado poco alentador
En 1986, el Grupo Jefferson Smurfit adquirió la empresa norteamericana
Container Corporation y uno de los resultados de dicha fusión fue que se
convirtiera en la principal accionista de Cartón de Venezuela,
cambiando su nombre al actual de Smurfit Cartón de Venezuela.
¿Qué es el Grupo Jefferson Smurfit y cuáles son sus antecedentes?
Se trata de una enorme empresa transnacional, con sede en Irlanda, que
recientemente se fusionó con la norteamericana Stone Container
(convirtiéndose así en la mayor productora mundial de envases de papel y
cartón). La empresa tiene inversiones en veinte países, entre los que
se destacacan los Estados Unidos,
México, Colombia y Venezuela (en éstos tres últimos es donde obtiene sus
mayores ganancias). En nuestra región continúa en expansión, en
particular en Argentina y con posibilidades de hacerlo en Brasil. Sus
antecedentes en materia social y ambiental dejan mucho que desear. En
los Estados Unidos, la política inflexible de la empresa generó largas
huelgas y sus directivos han recurrido con frecuencia al lock-out
patronal. Al momento de la adquisición de la Container Corporation,
despidió inmediatamente a unos mil empleados, respondiendo a su ya
tradicional política en ese sentido. En los Estados de Ohio y Oregon ha
sido investigada y multada por sus delitos ambientales. En Colombia ha
deforestado y generado graves impactos ambientales, a la vez que
mantiene conflictos con las comunidades locales, lo que le ha implicado
cuestionamientos en la propia Irlanda. Recientemente fue publicado un
libro (El imperio de cartón: impacto de una multinacional papelera en
Colombia, por Joe Broderick, 1998), donde se describe en detalle un
panorama en Colombia casi idéntico al que se constata en el Estado
Portuguesa.
La invasión latifundista
En 1986 comienza a adquirir tierras y a plantarlas con eucaliptos
(fundamentalmente de las especies urophylla y grandis), pinos (caribaea
variedad hondurensis) y melinas (Gmelina arborea). En la actualidad es
propietaria de quince fincas, con un total de unas 27.000 hectáreas en
el Estado de Portuguesa y de otras 7.000 en los Estados Lara y Cojedes.
Al menos la mitad de dichas tierras han sido clasificadas como de
prioridad agrícola. De acuerdo con la legislación venezolana, dichas
tierras no podrían haber sido plantadas con árboles. Por un lado, porque
es violatorio del Plan Estadual de Ordenación del Territorio, al ocupar
suelos de vocación agrícola, distintos de los designados explícitamente
para la plantación de árboles. Por otro lado, porque la propia
Constitución venezolana explícitamente prohíbe (en su artículo 105) el
latifundio y este conjunto de propiedades se encuadran
claramente en la definición de “latifundio”. Pese a todo ello, la
empresa ha logrado adquirir todas esas fincas y cubrirlas con enormes
plantaciones de eucaliptos, pinos y melinas.
La generación de empleos
La generación de empleos por parte de una empresa constituye en general
una de las razones para que sea aceptada y valorada por las comunidades
locales. Sin embargo, las condiciones de trabajo en los empleos que
generó Smurfit en Portuguesa han sido malas y acompañadas por la
represión antisindical. Además, luego de una primera etapa que implicó
cierta generación de empleos, se pasó a una reducción drástica de
personal y en la actualidad sólo tienen trabajo permanente unas pocas
personas en cada una de las fincas. Emplea muchas mujeres en su vivero,
pero allí las condiciones de trabajo son pésimas con largas y agotadoras
jornadas de trabajo, sin transporte desde y hacia sus hogares, sin
leyes sociales, sin ropa adecuada y expuestas a productos químicos que
afectan la piel. Se sospecha que varios abortos y malformaciones son
consecuencia de la exposición a dichas sustancias químicas, utilizadas
en la clonación de eucaliptos. El trabajo es además mayoritariamente
temporario, por lo que la inestabilidad
laboral es la regla.
La toma de “La Productora”
Independientemente de lo que la empresa entienda por “el acercamiento
con su entorno, para lograr la integración total con la comunidad”, lo
cierto es que hizo todo lo contrario. Ya en 1997 la relación entre
Smurfit y las comunidades campesinas locales se encontraba en un nivel
crítico a consecuencia de una fumigación aérea con herbicidas realizada
por la empresa, que destruyó 190 hectáreas de cultivos de los campesinos
e incluso provocó la intoxicación de escolares en la población de
Tierra Buena. Súbitamente, la situación hizo explosión. Ese año, la
Smurfit había adquirido una extensa finca de 2.700 hectáreas (“La
Productora”), que hasta ese momento había estado dedicada a la
producción agrícola comercial y a la cría de ganado. Los campesinos de
dos comunidades adyacentes (Morador
y Tierra Buena) habían estado a la espera de que se les adjudicara
tierras de dicha finca en el marco del programa de reforma agraria del
gobierno. Smurfit cambió totalmente la situación, no sólo por la
plantación de árboles en esas tierras que los campesinos necesitaban
para sus cultivos, sino también porque modificó la relación que los
campesinos habían mantenido hasta entonces con el anterior propietario,
que les autorizaba el libre acceso a la finca, incluyendo actividades de
pesca, de caza y de recreación. En ese contexto, la Smurfit cercó todo
el predio con alambre de púas y contrató guardias para impedir el
ingreso de gente a su propiedad.
El 14 de julio de 1997, los campesinos ocuparon “La
Productora” en forma pacífica, con el objetivo de dialogar con el
gobierno para lograr que se les asignara parte de dichas tierras. Como
parte de su estrategia para impedir que en esas tierras agrícolas se
plantaran árboles, los campesinos dañaron unas 150 hectáreas recién
plantadas con eucaliptos, pasando por encima de la plantación un tractor
con rastra. Como respuesta, el gobernador envió a la Guardia Nacional.
La represión fue despiadada y cientos de hombres, mujeres y niños fueron
brutalmente apaleados, gaseados, baleados, pateados y arrestados. Las
narraciones de quienes vivieron la experiencia son terribles. Hablan de
fusilamientos con perdigones, de bombas lacrimógenas que se hacían
explotar en la cara de la gente, de un joven baleado, con los intestinos
saliéndosele del cuerpo, tirado en una camioneta de la Guardia y con la
bota de un soldado pisándole el cuello y gritándole que lo iba a matar;
de un hombre de unos 60 años siendo pateado por 6-8 soldados jóvenes y a
quien como consecuencia se le desprendió un riñón, de mujeres
embarazadas siendo apaleadas y pateadas brutamente, de una joven
violada.
El hostigamiento permanente
Muchos de quienes participaron en la toma de “La Productora” aún sufren
de los daños físicos que se les infligieron y aquellos sospechados de
haber dirigido la operación todavía tienen sus movimientos restringidos y
deben presentarse regularmente ante las autoridades. Pese a existir
sobrada evidencia de las torturas a que se sometió a la gente
(incluyendo fotografías y testimonios escritos), los responsables no han
sido condenados y se mantienen impunes. Por el contrario, la represión
continúa presente en la zona y el terror es la herramienta básica para
intentar mantener a la gente alejada de las propiedades de la empresa.
Se han traído desde Colombia perros especialmente adiestrados
(incluyendo sus correspondientes perreros); se disparan ametralladoras
durante la noche; el área es patrullada por vigilantes a caballo con sus
rostros cubiertos con pasamontañas; se registran casas sin orden
judicial; se efectúan disparos contra la gente frente a sus propias
casas; las personas son detenidas en la carretera y son golpeadas si se
les encuentra una caja de fósforos en sus bolsillos (algo considerado
por la empresa como sinónimo de intento de incendio).
Otra medida adoptada fue el despido de todos aquellos trabajadores que
participaron en la toma o sospechados de haber participado en ella. Pero
la empresa no perdona. Aun después de despedidos, los continúa
hostigando con una mezquina venganza: no les completa los formularios
para presentar ante el seguro social y eventualmente se los completa,
pero incorrectamente, por lo que el trámite nunca termina y aún no han
podido cobrar aquello a lo que tienen derecho.
Es importante recalcar sin embargo que el tema no se restringe a la
finca “La Productora”. En Chigüire, poblado adyacente a otra finca de
Smurfit (El Toco), la Guardia Nacional confiscó y derramó el keroseno de
uso doméstico de los pobladores, con el argumento de que se trataba de
un arma para provocar incendios en las plantaciones. Y así en el resto
de sus fincas. Veamos otra de las perlas de ese collar: Melvis Molina,
presidente del Grupo Ecológico Morador, fue detenido en diciembre de
1998, pocos días después de la visita del autor de este artículo a ese
estado, donde pudo recoger gran parte de la información que aquí se
resume. El Grupo Ecológico denunció que la decisión del juez fue el
resultado de presiones por parte de los apoderados de la empresa Smurfit
y acusó a ésta de “responder con terrorismo judicial la reciente visita
del Ing. Ricardo Carrere del Movimiento Mundial por los Bosques, quien
llevará a instancias internacionales el desastre ecológico y social
causado por esta empresa”. Simultáneamente, se cree que la detención
constituye una venganza contra la familia Molina por su
persistente crítica en los medios de prensa locales sobre los impactos
sociales y ambientales de las plantaciones de la Smurfit. Gracias a la
activa participación del abogado del Comité de Tierras, Dr. Rafael
González, Melvis Molina fue finalmente liberado, tras haber permanecido
en detención por varios días.
El arte de hacer “amigos”
Resulta claro que esta empresa ha tenido una gran habilidad en hacerse
de enemigos. En compensación, también ha sabido hacerse de amigos, en
particular en las esferas de poder. Por alguna extraña razón, los
efectivos locales de la policía y Guardia Nacional, así como del
Ministerio del Ambiente e incluso el gobernador parecen ser sus amigos.
Se dice -la gente es mala y murmura- que el teniente coronel de la
Guardia Nacional que dirigió personalmente el operativo de desalojo de
“La Productora” recibió una camioneta Toyota en premio a sus esfuerzos.
Se sabe que los funcionarios de la guardia nacional afectados a la
defensa de las propiedades de la empresa son alojados y alimentados a
expensas de la misma. Extraña a su vez la facilidad con que el
Ministerio del Ambiente le otorga permisos de corta de
bosques, como asimismo extraña la ceguera de la policía que “no ve” los
camiones que circulan con madera de bosque tropical por las carreteras.
Se dice -otra vez la gente mala- que los hijos del director de Medio
Ambiente de Portuguesa trabajan para la empresa. En materia sindical,
resolvió el tema al clásico estilo siglo XIX: despidió a todos los que
intentaron crear un sindicato e inventó uno con gente adicta a la
empresa.
Hablemos del medio ambiente
“El Grupo Cartón de Venezuela y sus Compañías Asociadas se comprometen
en hacer de la preservación del ambiente una prioridad en sus
operaciones existentes, así como sus nuevas inversiones (…) y tiene como
objetivo asegurar que vivamos y trabajemos en un mundo ambientalmente
amistoso”. (2) La empresa auspicia diariamente un espacio radial (muy
malo por cierto) titulado “Hablemos del medio ambiente”. Pues bien,
entonces hablemos –pero en serio– de lo que la empresa le está haciendo
al medio ambiente.
La deforestación forma parte de la política de la compañía. A pesar de
disponer de extensas plantaciones, su planta de pulpa ha sido hasta
ahora fundamentalmente alimentada con madera tropical, extraída tanto de
sus propias propiedades como de predios de terceros. Aunque tal
actividad es ilegal, la empresa logra “legalizarla” con la ayuda de
algunos funcionarios públicos.
Existe amplia evidencia de que la compañía ha deforestado en muchas de
sus fincas y una de las primeras denuncias en ese sentido se remonta al
año 1993, cuando se constató una importante deforestación en las
cabeceras de la Quebrada de Tacamajaca. En el caso de la finca “La
Productora”,
obtuvo un permiso del gobierno para deforestar 600 hectáreas de bosque
tropical altamente diverso. En otras de sus fincas, la tala de bosques
se ha llevado a cabo ilegalmente.
Además, cualquier persona puede observar camiones cargados de “leña”
(designación genérica utilizada para evitar el control de especies
legalmente protegidas de la corta), desplazándose de noche por las
carreteras en (2) Smurfit Cartón de Venezuela, S.A., División Forestal,
Acarigua, Estado Portuguesa. dirección a la planta de pulpa Mocartel
(propiedad de Smurfit) en el Estado Yaracuy. Simultáneamente, la empresa
logra “legalizar” la corta de bosques de terceros mediante un mecanismo
sencillo: envía emisarios a fincas privadas donde ha identificado la
existencia de bosques aprovechables, pero que sus dueños no pueden
cortar porque les resulta imposible obtener el permiso correspondiente.
El emisario sólo requiere que el propietario esté de acuerdo en venderle
la madera y el resto de la tarea queda a su cargo: obtener el permiso
del Ministerio del Ambiente, cortar, sacar, cargar y llevarse la madera.
Si bien el precio que pagan al propietario es muy bajo, a éste le
conviene porque por un lado obtiene algo de dinero (que de otra manera
no podría obtener del bosque) y por otro lado porque le permite ampliar
–legalmente– el área destinada a cultivos agrícolas o a ganadería.
Para la empresa constituye un gran negocio, puesto que obtiene la
materia prima que necesita a un precio tan bajo, que le resulta más
conveniente que cortar sus propias plantaciones, lo cual explica
entonces el misterio de la predominancia de los camiones de “leña”.
Los pobladores locales han constatado importantes impactos sobre el agua
pocos meses después de que se establecieran las plantaciones de la
Smurfit.
Como en el resto del mundo, estos impactos son el resultado del elevado
consumo de agua por estas plantaciones de rápido crecimiento. Pero en
este caso se suma la destrucción deliberada de cursos de agua con
bulldozers, que aplanan el terreno para poder así plantar más árboles
(la política de la empresa parece ser la de que cada centímetro de
tierra debe ser plantado) y la destrucción de los bosques de galería que
protegen y regulan las cuencas hídricas. El resultado (por supuesto
negado por los “expertos” que periódicamente trae la empresa para
demostrar lo indemostrable) es que se están secando las quebradas y el
volumen de agua de los pozos es cada vez menor.
Animales, peces y plantas locales, que proveían muchos de los recursos
alimenticios de la gente local también están desapareciendo a pasos
agigantados, a medida que sus hábitats naturales son sustituidos por
desiertos verdes de árboles y a medida que se talan más bosques para
alimentar la planta de pulpa. “Nunca he visto un pájaro que se pare en
un árbol de esos”, dice la gente. Agregan que antes los conejos eran muy
abundantes y que ahora sólo se los encuentra muy alejados de las
plantaciones. Cuentan que antes cazaban armadillos, venados y que
consumían pescado de la quebrada, pero que ahora, a causa de las
plantaciones, casi han desaparecido.
Un modelo insustentable
Todo lo anterior lleva a una sola conclusión: el modelo de “desarrollo”
que lleva adelante la Smurfit en Portuguesa es insustentable, tanto en
lo social como en lo ambiental. Pese a su política de hostigamiento y
represión, la compañía no parece estar teniendo éxito en cuanto a
doblegar la determinación de la gente de oponerse a sus actividades y se
abre un gran signo de interrogación respecto a cuanto tiempo podrán
sobrevivir sus plantaciones (aún protegidas por alambrado de púas,
perros y hombres armados), estando al mismo tiempo rodeadas de cientos
de personas que odian a esos
árboles y a la empresa que ellos representan. Si las plantaciones
forestales son insustentables en general, en este caso parecen ser más
insustentables que nunca. (Por: Ricardo Carrere, Revista del Sur, No.87/88, enero/ febrero 1999).
– Venezuela: Informe sobre Plantaciones de Smurfit
Desde hace varios años los campesinos de Morador y Tierra Buena han
venido luchando para recuperar las tierras agrícolas que ocupan las
plantaciones de pino, eucaliptos y melinas, propiedad de la empresa
Smurfit, Cartón de Venezuela, C.A, en la Hacienda “La Productora” y
otras fincas de los alrededores entre Ospino y Guanare, Estado
Portuguesa, en Venezuela. La acción mas emblemática para estos
campesinos fue la toma pacifica llevada a cabo el 14 de julio de 1997 en
la hacienda “La Productora” (de casi 2.000 hectáreas), y con lo cual
perseguían llamar la atención de los gobernantes
para establecer un diálogo que permitiera lograr que se les asignaran
parte de dichas tierras para ser cultivadas por ellos. Como forma de
presión y para evitar que en esas tierras agrícolas se plantara pinos,
eucaliptos y melinas, los campesinos afectaron cientos de hectáreas
recién plantadas. La respuesta del Gobierno venezolano de entonces
–Presiente Dr. Rafael Caldera y Gobernador del Estado Portuguesa Sr.
Iván Colmenares, nuevamente candidato a la Gobernación de Portuguesa
para las elecciones del 31/10/04– no se hizo esperar. El Gobernador
envió a la Guardia Nacional.
¡La represión fue brutal! Cientos de hombres, mujeres y niños fueron
apaleados, pateados, baleados, y arrestados. Hoy en día todavía sufren
las consecuencias de esta agresión.
– La lucha en el contexto político actual
A partir del cambio de gobierno en 1998 nos encontramos con un nuevo
escenario político, un proceso Constituyente que da como resultado en
1999 una nueva Constitución. Esta Constitución de la Republica
Bolivariana de Venezuela en su Art. 306 dispone que: “ El Estado
promoverá las condiciones para el desarrollo rural integral, con el
propósito de generar empleo y garantizar a la población campesina un
nivel adecuado de bienestar, así como su incorporación al desarrollo
nacional. Igualmente fomentará la actividad agrícola y el uso óptimo de
la tierra mediante la dotación de las obras de infraestructura, insumos,
créditos, servicios de capacitación, y asistencia técnica”. De igual
manera la nueva Ley de Tierras y Desarrollo Agrario establece, por
ejemplo, en el Art. 8: que se garantiza al sector campesino su
incorporación en al proceso productivo y que para tal finalidad se
promueve la estructuración de fundos mediante la adquisición de tierras.
En el Art. 12: se reconoce el derecho a la adjudicación de tierras a
toda persona apta para el trabajo agrario. Por otra parte, la seguridad
alimentaria del país es una prioridad expresada por el actual gobierno y
por ende las tierras
agrícolas lo son también.
Muchos de los que participaron y apoyaron la lucha de los campesinos, en
1997, han pasado a ocupar cargos políticos con el actual gobierno del
Presidente Hugo Chávez. Sin embargo, los campesinos de Morador y Tierra
Buena no han logrado aún concretar sus aspiraciones.
Relatan los campesinos, que les han venido prestando apoyo desde la
Alcaldía del Municipio Ospino para mejorar, entre otras cosas, la
organización del Movimiento Campesino y generar propuestas y acciones
que faciliten el logro de los objetivos que se han planteado. En el año
2002 los campesinos
de Tierra Buena, Morador, Río Caro, El Chigüire, Las Mesitas, El Mangal y
la Parreña, (Portuguesa), se han organizado en el “Movimiento de
Campesinos Sin Tierra 14 de julio”. También los campesinos de Morador y
Tierra Buena acordaron el día 4 de julio de 2004, crear la Organización
Asociación Civil “Comité de Tierras 14 de Julio”.
En julio de 2002, el Movimiento de Campesinos Sin Tierra 14 de julio,
elaboró un documento denominado “Propuestas generales para la
adquisición y desarrollo de la finca “La Productora”. En este documento,
el Movimiento Campesino, señala que la agricultura que desean practicar
(.) “estará regida
por criterios de conservación y no contaminación del hombre y su
ambiente, por la utilización de pocos insumos a bajo costo y de fácil
aplicación y la obtención de alimentos de alta calidad ecológica”.
Destacan “la necesidad de una buena organización para el trabajo”, por
lo que han pensado que las
asociaciones de cooperativas es una opción muy importante. El Documento
antes mencionado, concluye con un Plan de Acción y un Esquema de
Estrategias Generales que incluye entre otros la necesidad de realizar
un Estudio para la expropiación o negociación de la finca “La
Productora”, además de un proyecto para la selección de rubros adaptados
a la agro-ecología del lugar, la capacitación de técnicos y
productores, la necesidad de obtener créditos, el apoyo a la
comercialización y para establecer las infraestructuras necesarias.
A pesar de que los campesinos manifiestan encontrarse en un contexto
favorable y de los grandes esfuerzos organizativos que han hecho los
propios campesinos, éstos NO han logrado concretar sus aspiraciones.
– Estrategias de la empresa Smurfit
Smurfit mantiene el poder que le proporciona la lucrativa actividad que
realiza en la zona y las grandes extensiones de tierra que posee.
Algunos campesinos cuyas tierras están rodeadas por las plantaciones de
Smurfit tienen que pedir permiso a la Compañía para acceder a sus
pequeñas parcelas de tierra y poder cultivarlas. Sin embargo, los
campesinos perciben que la compañía ha perdido poder con la llegada de
los nuevos gobernantes locales y la nueva Ley de Tierras. Los campesinos
alegan que por tales razones, por sus constantes reclamos ante la
Compañía y por los continuos incendios en las Plantaciones, Smurfit se
ha visto obligada a establecer un diálogo con los campesinos. De estas
conversaciones se les ha hecho saber que está dispuesta a vender –de las
27.000 hás. de su propiedad en el Estado– la finca “La Productora” (de
2.000 hás.) para resolver el conflicto existente. Sin embargo la empresa
mantiene e intensifica su campaña nacional, de trasnacional dedicada al
negocio de las plantaciones.
– Respuesta de las Comunidades ante la propuesta de Smurfit
Los campesinos de Morador y Tierra Buena, plantean que esta delicada
negociación con la empresa Smurfit, no pueden llevarla a cabo ellos
solos, y que necesitan un negociador de alto nivel del Gobierno con
experiencia para llegar a un acuerdo con Smurfit. Los Campesinos no
están de acuerdo conque la compra se efectúe sin antes determinar
claramente:
1) ¿Qué cantidad de hectáreas de tierra de la finca “La Productora” son
privadas y cuántas pertenecían al Instituto Agrario Nacional (IAN) hoy
Instituto Nacional de Tierras (INTI) y por tanto son propiedad del
Estado Venezolano?
2)¿Cuáles y cuántos son los pasivos ambientales y sociales que la
actividad de Smurfit ha generado en la zona?, ya que según los
campesinos, debe deducirse del precio que Smurfit aspire por la finca.
En todo caso, los campesinos no quieren ser cómplices de una
negociación donde la empresa Smurfit salga beneficiada con los dineros
de la Nación y sin pagar por los daños ocasionados en estos años. Ellos
han tomado la determinación de mantenerse vigilantes en caso de que las
negociaciones prosperen. Nos manifestaron que están incluso dispuestos a
comprar las tierras al Estado venezolano a través de créditos u otra
modalidad que disponga el mismo, pues están seguros que la ganancia que
se obtendrá
al cultivar estas tierras de vocación agrícola, será suficiente para asumir los compromisos que adquieran.
– Impactos ambientales y sociales evidenciados en la visita
Para poder verificar los impactos que la empresa Smurfit está
ocasionando, Amigransa le solicitó a la Gobernación del Estado
Portuguesa, que se llevara a cabo una visita oficial a la finca “La
Productora”. El 8 de setiembre de 2004, nos trasladamos acompañados de
un ingeniero en Recursos Naturales
designado oficialmente por la Dirección de Ambiente de la Gobernación
del Estado para acompañarnos, de manera de sustentar las denuncias de
los campesinos. Con sorpresa pudimos constatar cómo el guardián de la
puerta de la plantación, nos negó la entrada a la Comisión presidida por
un funcionario oficial representante de la Dirección Ambiental, (es
decir, que ni siquiera la Gobernación del Estado Portuguesa puede
efectuar una inspección en las plantaciones de “La Productora” sin el
permiso y la autorización de los jefes de Smurfit, y sin previa cita). A
pesar de que no pudimos tener acceso a las plantaciones, por la Garita
principal pudimos observar desde algunas zonas aledañas que visitamos –
acompañados por baqueanos campesinos del sector– que:
1. La empresa no respeta la zona protectora de los ríos. La plantación
llega a la margen derecha del río Morador, por lo que el bosque de
galería que debería proteger esa zona ha sido eliminado. El bosque de
galería, con sus raíces profundas resiste más efectivamente la erosión
producida en las márgenes de los ríos, no así estas plantaciones que con
raíces más superficiales permiten un proceso de pérdida de suelo, con
la consecuente disminución de tierras agrícolas y gran aporte de
sedimento al río.
2. Se estaban realizando las fumigaciones a los árboles recién plantados
ubicados muy cerca de canales que vierten sus aguas a la quebrada Los
Manires cuyas aguas son utilizadas por la Comunidad de Tierra Buena para
su consumo. Los campesinos están preocupados por la contaminación de
esta agua y de los peces, los cuales ellos consumen.
Daños físicos y morales
Los Caseríos de Tierra Buena y Morador aún hoy resienten los daños
físicos y psicológicos que les fueron ocasionados durante su lucha
abierta en contra de la permanencia de Smurfit en las tierras que ellos
afirman pertenecen a sus comunidades desde hace más de 50 años y que
están catalogadas como las mejores tierras para la agricultura -tipo A1y
A2 – en el Estado Portuguesa, Venezuela.
Fue muy impactante constatar en nuestra visita a Morador y Tierra Buena,
cómo 7 años más tarde de los hechos violentos en la finca propiedad de
Smurfit (“La Productora”) muchos jóvenes adolescentes que eran niños en
1997, podían narrar exactamente cómo fueron agredidos sus padres,
abuelos, y vecinos y hasta ellos mismos, y cómo la misma situación de
angustia de años atrás, se refleja hoy en sus familias. Estos hechos
forman parte de la historia más importante vivida por estos campesinos
de la localidad, es la historia más contada a los pequeños y a los
visitantes. Continúan los campesinos siendo parte del “problema” para la
empresa, quien mantiene un sistema de vigilancia hacia los moradores de
estos caseríos. Ellos son vigilados como sospechosos al estar en los
alrededores de “sus ríos” que colindan con las tierras hoy compradas por
Smurfit, al pasear en las cercanías de las tierras alambradas, o cuando
van a pescar, o a caminar simplemente en las adyacencias de esa
propiedad privada.
Esta situación, a nuestro parecer, crea una sensación de exclusión en el
alma campesina al ser extraños en sus propios territorios de origen, de
nacimiento, donde sus abuelos crecieron o llegaron desde otros Estados
vecinos hace más de 40 años.
– Situación de empleo
Los pobladores de Morador y Tierra Buena, por razones obvias, en
general, NO laboran en los pocos trabajos que ofrece la empresa Smurfit.
Sin embargo tuvimos la oportunidad de conversar con algunos jóvenes que
vienen de otros caseríos cercanos y nos relataron que “los contrataban
eventualmente,…
que los salarios son bajos,… que no tienen seguro social, y que les
pagan por día trabajado –si llueve no les pagan– “. Sólo trabajan en la
época de corte o siembra, a través de subcontratistas y el resto del año
no perciben ningún beneficio.
– Resistencia de las comunidades a las plantaciones
El cambio de actividad económica que se ha efectuado en la zona al
sustituirse la producción agrícola y pecuaria por la producción forestal
(plantaciones) no ha sido aceptado en las Comunidades. Así lo
expresaron los habitantes de Morador y Tierra Buena .No sólo porque esta
actividad de Smurfit causa daños al ambiente y no les proporciona
beneficios económicos a la comunidad, sino también porque afecta
gravemente la seguridad alimentaria de la zona. Dicen los campesinos:
“Esos árboles no se comen y ni siquiera los animales se benefician de
las plantaciones”. Además se trata de un modelo foráneo, que no armoniza
con las raíces y costumbres de estos pobladores acostumbrados a admirar
las sabanas, las puntas de ganado, los cultivos o conucos, la fauna
silvestre, sus bosques nativos, los árboles conocidos, bajo cuya sombra
acostumbran reposar. Paisajes fuente de inspiración de sus cantos
populares. Por todo esto, no pueden, ni podrán jamás, aceptar este
ejército uniforme de pinos, eucaliptos y melinas que no les despierta la
creatividad, y que más bien les causa rabia, al punto que “NO
descansaran hasta no ver desaparecer estas plantaciones de su vista”.
(Por: AMIGRANSA-Sociedad Amigos en Defensa de la Gran Sabana, 2004).
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